¿Qué es la Obsolescencia Programada?
La obsolescencia programada u obsolescencia planificada es la determinación o programación del fin de la vida útil de un producto, de modo que, tras un período de tiempo calculado de antemano por el fabricante o por la empresa durante la fase de diseño del mismo, este se torne obsoleto, no funcional, inútil o inservible por diversos procedimientos, por ejemplo por falta de repuestos, y haya que comprar otro nuevo que lo sustituya. Su función es generar más ingresos debido a compras más frecuentes para generar relaciones de adicción (en términos comerciales, «fidelización») que redundan en beneficios económicos continuos por periodos de tiempo más largos para empresas o fabricantes. El objetivo de la obsolescencia no es crear productos de calidad, sino exclusivamente el lucro económico, no teniéndose en cuenta las necesidades de los consumidores, ni las repercusiones medioambientales en la producción y mucho menos las consecuencias que se generan desde el punto de vista de la acumulación de residuos y la contaminación que conllevan. Esta práctica ha creado un creciente malestar entre los consumidores, por lo que en tiempos recientes, activistas, medios de comunicación, organizaciones e incluso los mismos consumidores y varias empresas están llevando acciones para revertir esta práctica.
Historia de la obsolescencia programada:
Los primeros pasos para la aparición de la obsolescencia programada se dan en el año 1924 con la creación del primer cartel mundial. Este cartel, denominado Phoebus, estaría integrado por empresas de la bombilla de todo el mundo. Los integrantes más destacados serías Philips, Osram y Lámparas Z, empresa española. El objetivo de este cartel fue reducir las horas de funcionamiento de las bombillas que en pocos años pasó de ser de 2000 horas a las 1000 horas de funcionamiento que garantizó el cartel en última instancia. Para lograr esta reducción de horas se empeoró la calidad de los filamentos que componían las bombillas y se establecieron multas para los miembros del cartel que fabricasen bombillas que sobrepasasen las horas de vida útil pactadas. Pero, ¿por qué se llevó a cabo esta práctica con las bombillas? Esta práctica se utilizó por primera vez con las bombillas al ser estas un producto innovador en la tecnología de esta época a la vez de ser uno de los productos más demandados.
Con la crisis del 29 la necesidad de acortar la vida de los productos creció. En 1932 Bernard London hablaba por primera vez de la obsolescencia programada en su libro "Poner fin a la depresión a través de la obsolescencia programada". London proponía abiertamente en el primer capítulo de su libro legalizar e imponer la Obsolescencia Programada. Planteaba que todos los productos tuviesen una vida limitada por una fecha de caducidad. London creía que con esta técnica las fábricas seguirían produciendo, se necesitarían trabajadores y se acabaría con el paro a la vez que se reanimaría el mercado.
El primer ejemplo de obsolescencia percibida se llevó a cabo próxima la década de los 30. El Ford T era por aquel entonces el coche más barato y fiable, era duradero. El problema del Ford T era su apariencia por lo que General Motors apostaría por lanzar un nuevo Chevrolet más bonito que el modelo T de Ford. Aunque las prestaciones fuesen las mismas que el Ford e incluso el Chevrolet llegase a durar menos, el simple hecho de que este último fuese poseedor de una carrocería más atractiva propició un decrecimiento en las ventas de Ford, siendo superado por General Motors. Esto supuso la retirada del emblemático Ford T del mercado, en 1927. La práctica de la obsolescencia percibida sería expuesta abiertamente, como ya dijimos, por Stevens en el año 1954.
En 1940 la obsolescencia programada se hará descaradamente visible en un producto innovador para la época, las medias de nailon. Dupont creará una revolucionaria fibra sintética, el nailon. Con este resistente material fabricaría medias para las mujeres. Estas medias al ser tan resistentes en un primer momento hicieron que las ventas se redujesen. Dupont encargaría alterar la composición de esta fibra para reducir su resistencia. De esta forma lograría que las medias fuesen propensas a las "carreras", propiciando de esta manera la reactivación de las ventas.
La práctica de la obsolescencia programada está a día de hoy muy extendida entre los fabricantes, sobre todo a raíz de la aparición de las nuevas tecnologías. El último gran ejemplo de obsolescencia programada lo tenemos en los iPods de Apple. En 2003, las baterías de los primeros modelos tenían una duración limitada. La empresa, tras la muerte de la batería, no se hacía cargo de su reparación, obligando de esta forma al consumidor a comprar nuevos productos Apple. Este acontecimiento sería denunciado por un amplio colectivo representado por la abogada Elizabeth Pritzker. Se descubrió que las baterías habían sido diseñadas para tener una vida muy corta. Desde entonces Apple proporciona recambio a estas baterías. Es interesante ver como una empresa que presume de la calidad de sus productos y de ser ecológica acorta la vida de sus productos con los impactos ambientales que esto acaba suponiendo.
Como vemos, la obsolescencia programada es una práctica casi centenaria. Esta técnica, de acortamiento de la vida útil, ha sabido evolucionar con el paso del tiempo hasta infectar y corromper a una sociedad consumista y despreocupada, sobre todo con el medio ambiente.
" Equipo de investigación descubre la trampa para la obsolescencia programada de las cafeteras de cápsula ":
El programa Equipo de Investigación emitió el pasado 29 de Noviembre un reportaje acerca de la durabilidad y obsolescencia de los electrodomésticos que nos acompañan día a día.
Usar y tirar buscó respuesta a la pregunta de si aparatos electrónicos tan habituales como lavadoras, móviles, televisores o frigoríficos están hechos para no durar toda la vida y si se puede hacer algo contra esta hipotética caducidad programada.
Entre los lugares que visitó el programa en su investigación destacó el taller Millor que nou!, abierto por el Ayuntamiento de Barcelona hace 10 años y dedicado a ensañar a los ciudadanos como reparar ellos mismos algunos de estos aparatos. El centro estima más de 1.500 clientes arreglan cada mes sus aparatos estropeados, teniendo que encargarse de abonar solo el importe de los recambios y piezas necesarios.
Para ver más Reportaje Equipo de Investigación
Como conclusión, podemos aplicar este concepto de obsolescencia programada a cualquiera de las TICs, a parte de todo producto eléctrico, electrónico o manufacturado.
Bibliografía:
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