En esta pandemia es necesaria una mayor
colaboración entre expertos en datos de todo el mundo con el objetivo de lograr
mejores modelos estadísticos y vacunas. también, deberíamos replantearnos
ciertas parcelas de nuestra privacidad y, así, poder aprovechar las
posibilidades que nos brinda la geolocalización de móviles para ayudar a un
confinamiento más inteligente y al aplanamiento de la curva.
El auge del big
data ha conseguido despertar vocaciones analíticas y ha
contribuido a la formación de grupos de trabajo multidisciplinares que aportan
soluciones integradas a multitud de problemas, sobre todo en el ámbito
financiero y empresarial. A pesar de ello, grupos de trabajo más residuales ya
llevan tiempo aplicando todo el conocimiento que puede aportar el tratamiento
masivo de datos a la Sanidad, la medicina, la genética y la epidemiología, con
los consiguientes beneficios que ello supone para la sociedad en su conjunto.
La pandemia desencadenada por la covid-19 está poniendo en evidencia que resulta
esencial contar con datos. Datos que ayuden a que los modelos estadísticos que
existen ya en la literatura para entender la expansión del virus se alimenten
de información veraz para que todas las curvas que se nos están presentando
últimamente en los medios de comunicación sean fiables.
Para ello, hay que echar mano de
las simulaciones, de los algoritmos de predicción que posibilitan que se puedan
ensayar distintos escenarios en función de distintas decisiones. El ejemplo de
Corea del Sur es un espejo estupendo hacia el que mirar porque la utilización
correcta de la aleatorización estructurada junto con la aplicación de modelos
bien entrenados ha conducido a un control de los contagios muy eficiente.
Por poner algunos ejemplos, el Comité Español de Matemáticas está
coordinando a los distintos grupos de trabajo interesados en este para sumar
iniciativas y transmitir al Gobierno una única voz con aportaciones
científicas. La Sociedad
Española de Estadística e Investigación Operativa también
está promoviendo la colaboración entre los miembros para aunar sinergias. Por
su parte, Esteban Moro, investigador del MIT Media
Lab y profesor en el departamento de Matemáticas de la UC3M, ha
publicado un mapa de cómo la distancia social está cambiando la forma de moverse en New York utilizando
geolocalizaciones.
Desde
la Comisión Europea se
han lanzado de forma urgente propuestas de tipo IMI (Iniciativa de Medicamentos Innovadores)
para activar la investigación de la pandemia desde un punto de vista
multidisciplinar. Es muy amplio el abanico de iniciativas y a pesar de que cada
pequeño grano de arena cuenta, lo ideal sería que todo el efecto de este
conocimiento se multiplicara articulando una coordinación efectiva.
Por
una parte, es esencial entender esta pandemia de manera global y, para ello, es
necesario potenciar toda la colaboración posible
entre expertos de distintos países, cobrando especial énfasis los consorcios ya
establecidos antes del brote del virus. Asimismo, es necesario entender la
realidad y el mapa haciendo zoom en cada país y, dentro del mismo, descendiendo
a unidades de estudio más pequeñas, como comunidades autónomas, ciudades, barrios…
Es importante tener una foto actualizada, lo más fidedigna posible, para poder
entender la incidencia mayor del virus en determinados ámbitos o la velocidad
de contagio a diferentes escalas, en función de factores que solo se explican
si los datos son analizados con gran agilidad y, por supuesto, por las personas
adecuadas.
No es tiempo de intrusismo en el mundo
de los datos. Que no vuelva a tomar auge la famosa frase de Mark Twain de 1907:
"Hay tres tipos de mentiras: mentiras, malditas mentiras y
estadísticas".
Sería de enorme ayuda que fuera el momento de la unidad de
todos, no solo en el ámbito sanitario como estamos viendo estos días, sino
también desde el punto de vista de la cesión
de datos. En este punto, destacar la confrontación que
se puede originar entre privacidad
y bien común o entre público
y privado. Hace unos meses, la discusión estaba servida con
la noticia de que el INE iba a aprovechar nuestras geolocalizaciones para
poder estimar de forma más fiable y barata el censo.
¿Opinamos ahora lo mismo si la cesión de nuestros datos de
posición pudiera ayudar a realizar un confinamiento
más inteligente y a un aplanamiento
de la curva? Si en estos momentos se pudiera contar con todos
los datos de las empresas de telefonía y de las transacciones bancarias, se
podría, gracias al potencial del big data, tener un mapa mucho más real del
impacto del coronavirus en nuestra economía y una foto más clara del efecto del confinamiento.
Para el final queda la importante labor de los datos como
herramienta de trabajo para encontrar una solución vía medicamentos y vacunas que
mermen la grave incidencia de este virus. En este aspecto hay dos confluencias
importantes: una es la escasa información sobre el comportamiento del virus que se tenía a priori. La otra es que cada vez
cobra más fuerza la existencia de un componente genético que determina
pronósticos diferentes a nivel individual en la afección del virus. Avanzar en
este campo y con estas premisas requiere, como ya he comentado antes, de la cooperación máxima entre biólogos, genetistas, químicos y científicos de
datos que ahonden en la comprensión
conjunta del comportamiento del virus.
Cualquier avance en la componente genética del virus
requiere de una capacidad
de computación, de análisis y de desarrollo de nuevos modelos de selección
de variables que hacen especialmente útiles las iniciativas
para aunar todo el potencial posible de computación, como la que se ha llevado
a cabo en EE UU donde se han conectado supercomputadores provenientes
del estado, conjuntamente con los de empresas
privadas y universidades. La ayuda de los datos en este punto
constituye un ejemplo muy ‘humanista’ de la importancia del big data en nuestro
entorno que se explicará a posteriori en nuestros cursos como un caso de
estudio de éxito.
Pero este punto de inflexión en nuestras vidas debe servir
también como reflexión para extraer conocimiento y buenas prácticas. En
primer lugar, aunque sea muy repetitivo con respecto a todo lo publicado, urge revalorizar la ciencia como
un bien para todos y en todos los momentos y, por tanto, no debe estar tan
descuidada por los dirigentes políticos. Los datos tienen pasado, presente y
mucho futuro. Por tanto, es muy importante que se dispongan plataformas colaborativas donde
puedan albergarse datos de situaciones pasadas de los que podamos disponer y
aprender los científicos para poder integrarlos en modelos estadísticos que
resuman la complejidad de la pandemia
que estamos viviendo.
Más acción y menos egocentrismo
Esto
nos permitirá que la próxima ocasión el virus no nos pille tan desprevenidos.
Hubiera sido muy importante haber aprendido más y mejor del ébola en
su momento para enfrentar la covid-19 con mejores estrategias. Estas
plataformas deberían tener datos a nivel mundial, pero empecemos por casa y
creemos entornos de trabajo accesibles en España.
Es momento de la acción y de abandonar
los egocentrismos que caracterizan al mundo de la ciencia,
la colaboración presente y futura de las personas y de los equipos que pueden
su experiencia en la comprensión de este fenómeno es fundamental.
El
trabajo en equipo tan valorado en nuestras empresas debe ser en estos momentos
la única forma de trabajo que ayuda a la validación y testeo de los avances hechos
con datos.
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ResponderEliminarUn post muy interesante y de fácil lectura, que destaca además la importancia del uso de los datos en nuestra sociedad.
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