La actual pandemia del Covid 19 que
está azotando a todo el mundo, está castigando al sector turístico español de una
manera inimaginable hasta ahora. La locomotora económica principal del segundo
país más visitado el mundo, en pleno confinamiento de la población y con la
incertidumbre de movilidad generada, no va a poder superar, por octavo año
consecutivo, su récord de turistas.
Si el sector turístico aportó un 14%
del PIB, con un total de 189.000 millones de euros en 2019, generando casi 3
millones de empleos directos, tras las pérdidas del periodo vacacional de
Semana Santa y Semana de Pascua, las fiestas patronales de esta primavera y el
verano venidero, los efectos en términos económicos y de empleo van a ser
brutales.
Y ¿qué tendría que hacer el gobierno
además de preparar diversos paquetes de medidas para ayudar a este sector?
La cuestión no es nada fácil. Puesto
que los 83,7 millones de visitantes extranjeros que recibimos en 2019 no
vendrán en el presente año, el gobierno tiene que usar el Big Data para
favorecer e impulsar, con vistas al futuro, al turismo nacional. Homogeneizando y
aprovechando la información almacenada en múltiples servidores en un único
punto, una nube pública, que procese los datos y los use de un modo eficaz y
manejable, con el fin de proporcionar al turismo nacional, el acceso a una
herramienta que les ofrezca ventajas atractivas para conocer y disfrutar del
valioso patrimonio nacional.
Los datos recogidos y analizados en
los diferentes pueblos o ciudades, han de servir como materia prima para el
diseño de un turismo “Marca España” que cuide de sus visitantes, que optimice el tiempo vacacional, atendiendo
a las problemáticas en ámbitos concretos, identificando las fuentes de
información y los indicadores clave que permitan solucionarlas: como los costes
asociados por ejemplo al transporte, a las dificultades para visitar monumentos
o la posibilidad de utilizar una movilidad sostenible.
Playa de Tengandín (Noja) |
En unos tiempos en los que las nuevas
tecnologías nos aportan tanta información, las administraciones públicas tienen
que ofrecer al cliente, al potencial turista, experiencias únicas, rápidas,
personalizadas a medida de los usuarios y competitivas.
No se trata de que controlen nuestra
movilidad o de que se sospeche de la vulneración de nuestro derecho a la
intimidad (que ya cuida la Agencia Española de Protección de Datos), se trata
que la administración pública trabaje de forma efectiva para el cuidado de su
primera empresa, de sus necesidades actuales y futuras. Una inversión
garantizada, tanto a nivel económico como a nivel social, que beneficiará todos
los ciudadanos y cuyo impacto en términos de retorno de la inversión compensará
el esfuerzo apostado.
Jon
Alonso
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